La leona suplica
Cuando se volvió, nos detuvimos, casi como si estuviera suplicando. ¿Observas eso? Le murmullé a James, quien asentió. Es como si nos implorara que la continuaramos -contestó en silencio. Su fuerte mirada me atraía, sin dejar rastro de incertidumbre. Más allá de lo que nos esperaba, abandonar ya no era una alternativa.

La leona suplica
Aventura inesperada en vacaciones
Fue una gratificación de vacaciones que nunca habíamos imaginado. James y yo habíamos venido a relajarnos, pero nos topamos con una circunstancia excepcional. La leona nos orientaba y parecía que nuestros pies se movían de manera automática. “Bueno, no es lo que anticipaba para hoy”, le comenté a James con nerviosismo. “No me digas”, contestó él, sonriendo pese al estrés. Esta aventura se mostraba más auténtica que cualquier otra actividad que hubiéramos realizado.

Aventura inesperada en vacaciones